La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, encabezó una de las delegaciones más numerosas que acudió a la cita económica
El Foro Económico Mundial de 2014, celebrado entre el 22 y el 25 de enero en Davos, reunió a 1.500 líderes empresariales de todo el mundo y a más de 40 jefes de Estado o de Gobierno. Este encuentro de alto nivel se desarrolló haciendo honor al lema elegido para esta edición: ‘Rediseñando el mundo: consecuencias para la sociedad, la política y las empresas’. La recuperación económica tras la crisis global fue asumida como un hecho, aunque muchas voces, como la del presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Barroso, aludieron al largo proceso que aún resta para una total recuperación. Muestra de ello fueron para algunos las elevadas tasas de paro en la zona euro, que centraron gran parte de los análisis y reflexiones para los que se estudiaron nuevas soluciones.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff acudió a Davos con el objetivo de seguir defendiendo el papel de su país como una de las principales economías emergentes, con unas buenas cifras macroeconómicas y uno de los destinos más deseado para la inversión exterior. Brasil se enfrentaba en este foro a la amenaza que algunas opiniones ven en la ralentización de su crecimiento y la posible pérdida de protagonismo como uno de los motores económicos de crecimiento con los que superar la crisis mundial. Para contrarrestar estos argumentos Rousseff afirmó que “aunque las economías desarrolladas ya hayan iniciado la recuperación, las economías emergentes seguirán jugando un papel destacado” para añadir que “cobrarán mayor dinamismo con una nueva orientación de sus políticas económicas”.
Para respaldar sus argumentos, la presidenta de Brasil ofreció un plan millonario de infraestructuras para atraer a los líderes empresariales y financieros. El ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega, anunció la intención de su gobierno de aprobar licitaciones por 250.000 millones de dólares para obras de infraestructuras como puertos, aeropuertos y carreteras, además de nuevos contratos, no contabilizados en el plan de inversiones presentado, para la explotación de petróleo y gas. “Brasil desea y necesita esta alianza con la inversión privada nacional y extranjera”, subrayó la presidenta Rousseff, que congregó a numeroso público durante su intervención. Entre los asistentes, se contaban representantes de importantes compañías españolas presentes en el país, algunas de ellas patronas de la Fundación Consejo España-Brasil, como fue el caso de Teléfonica.
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